8.8.09

Joseantonio en China(3). La República Popular a través del cm2 del visor de mi cámara. Ciudad prohibida













3º día
22 julio (mañana)
En realidad comienzo hoy el circuito “oficial”, y me preparo convenientemente para iniciar lo que Li parece decirme: un “duro día de calor y caminata” vaya… una ca-ca.

Así pues, mochilita, gafas de sol, botellita de agua y gorrita, un poco en plan Coronel Tapioca, aunque luego, visto lo visto, yo me quedé, a mucha honra, en sólo Cabo Tapioca.
Autobús, comienza el duelo por los dos asientos delanteros (yo paso y siempre pasaré, me considero un caballero) y marcha hacia la mítica plaza Tiananmen. Nos cruzamos con soldados y reclutas, y entonces caigo en la cuenta de que estamos en elcoreazón de China, de su poder político y militar. Al descender, veo, a través de la imaginación juvenil de mis dieciocho años, el rincón donde un intelectual chino fue víctima de la Revolución cultural propletaria, y pagó con su buena suerte (otros con su vida) barriendo durante jornadas enteras las aceras ensangrentadas de Tiananmen, esa foto quedó grabada para siempre en mi mente adolescente delos dieciocho años y aún perdura (quizá hasta el momento en que pisé la Plaza de la Puerta de la Paz) y me doy cuenta, mientras disparaba mi cámara a una cometa de seda aguileña sobre el musoleo de la momia, de que el viento de la Historia poco a poco ha ido arrastrando los momentos cruciales del devenir de la Humanidad. Pero mi palabra aquí la dejo, porque no quiero perder los recuerdos para siempre.

Tiananmen, la plaza mítica de masas enardecidas blandiendo el mismo Libro Rojo que compro allí mismo por 100 Rimminbi, sin regatear, y que sirvió de guía a millones de seres humanos, dominados, dirigidos y alienados, escrito por un dogmático que ejerció el poder absoluto sobre la vida y la muerte de mil millones de personas. Quiero eludir la figura del héroe sobre las avenidas parando a los tanques, por sobradamente conocida; y rememorar la del ministro intelectual condenado a barrer, y seguramente a morir por desviarse de las consignas del Emperador Mao. Su foto aún -aún-, en el frontispicio de la Ciudad Prohibida, permanece no sé por cuánto tiempo. Mi recuerdo para los cien millones de muertos victimas de las represiones del régimen que yo ahora, un poco hipócritamente, visito, mientras observo la interminable fila de visitantes a mirar la momia de Mao Tse Tung.
Me viene a la mente cuando cruzo la Gran Puerta, y me emociona pensar que el 1 de abril de 1764, el Emperador Qianlong, de la Dinastía Qing ya en el declive de su largo reinado, ordenó ejecutar a un ayuda de cámara, Encargado de la Edición de Arte astrónomo por haber predicho el eclipse de sol que había tenido lugar,aquel mismo día sobre el imperio chino: “Nadie, salvo el Emperador, otorga permiso para interponerse entre el sol y la tierra. Y ningún súbdito tiene el permiso, bajo muerte, de mirar hacia el sol”. En resumidas cuentas, él era el sol, vino a dictaminar.

Y allí, en el mismo lugar prohibido, en aquel lugar de opresión y poder absoluto 89.596 días antes (o lo que es lo mismo, 7.741.094.400 golpes de segundero de mi Bulgari chino falso que días más tarde mercadearían para mi), en medio de una marea amarilla, de chavalitas y chavalitos en vaqueros, de maestros, de turistas pueblerinos del interior de la China, en medio de vendedores de recuerdos, de policías y soldados hieráticos, de guías en los idiomas del mundo, de banderitas de touroperadores, digitales, guiris (nosotros mismos), adultos, jóvenes, ancianos, todos, sin permiso alguno de ningún emperador, miraba extasiado al cielo cubierto, y la Naturaleza, madre y señora de nuestras vidas, tuvo a bien regalarme, abriéndose las compuertas del cielo, un espectáculo maravilloso: la humilde Luna, violada cuarenta años atrás, interponiéndose valiente ante el dios Sol postrándose ambos en una conjunción donada a la contemplación de Gaia, la madre Tierra. En aquel momento supe que era un privilegiado: había asistido a un misterioso eclipse en la mismísima Suprema Puerta Imperial de la Ciudad Prohibida A Los Extranjeros y tuve la oportunidad de contar con cinco segundos ¿tal vez concedidos? por el mismísimo emperador, y poder captar el prodigio, señal de buenos augurios (el mismo día, ¡el mismo día! ―al regreso lo sabría― que en un despacho oficial de Madrid se firmaba un documento condenando a mis compañeros al desempleo. A todos… menos a mi).
Satisfecho, comencé el periplo por los distintos pabellones de madera, tratando de captar los cuatro colores representando al imperio y su poder absoluto de los cielos y los ríos de la China imperial: el rojo, el verde, el amarillo y el azul, conformando los distintos aposentos exclusivos hasta llegar al centro del universo imperial, Salón de la Armonía Suprema, con el trono dorado, símbolo del máximo poder.

Y máximo poder el que tuvo una Maruja china (Confucio la confunda) que me arreó un codazo en el costado a punto de neumotorax, en medio de la masa humana pugnando por acceder a dicho recinto. Hube de cejar en el empeño y conformarme con echar un vistazo y tratar de captar un atisbo de Armonía, aun enganchada del pico de la garza, que falta me hace…
Salgo de la Ciudad, trasladándome desde el ombligo del Imperio chino, hasta el corazón del Beijing del siglo XXI de tráfico, de vendedores de souvenirs baratos, de triciclotaxis, de tráfico y de Toyotas en pocos minutos.
Ya, por fin, después muchos años puedo sentir, aunque no sea más que un átomo de los sentimientos de Marco Polo cuando salió (en mi imaginario juvenil) por la misma puerta, de la Potencia Divina.



Me reúno, casi por inercia, por mera atracción, con las dos parejas canarias y Carmen. Abordo el autobús y nos vamos a comer…
Continúa…









3 comentarios:

  1. Me he leído las tres entregas de golpe, este blog no lo tenía enlazado. Ya he cambiado el enlace del que a penas tenía actividad, por éste.
    Me gusta cómo narras el viaje y cómo enlazas con otros hechos como lo de la firma de tu empresa o la llegada del hombre a la luna. Eres un artista.
    Qué gracia lo de la maruja china que, con perdón, no debería ir con mayúsculas. Pero por algo lo escribirás así, como yo con lo de su señoría.
    Besitos

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  2. Bejarano, eres asquerosamente acuario......como una servidora.
    Je je je
    Espero impaciente más chinadas

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  3. Hola amigo!

    Tarde pero con muchas ganas.

    He leído los tres primeros días como si de una novela se tratara, aunque se echa en falta la entrevista a la maruja curiosa, y es que, el saber no ocupa lugar...jejej

    Deseando continuar con el cuarto día.

    Saludos
    Salmuerín

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