Esta misma mañana, en los escasos dos minutos que dura la luz roja del semáforo de la esquina, al lado de casa.
Actores:
El chaval de todos los días, costamarfileño, veintitantos años, fornido y con la sonrisa permanente de intentar venderte el paquetito de klinex.
A mi lado, a bordo de un beemeuve, otro chaval, al que conozco de vista y del que sólo me consta su permanencia durante largas horas al día sentado y bebiendo litronas.
No sé cuál fue la conversación entre ellos, el caso es que el negro sonreía al blanco, mostrándole el paquete de pañuelos, mientras el del "buga" reía a carcajadas en tanto apretaba afondo el pedal del acelerador.
Al cambiar a verde, el tipo del cochazo, sin oficio pero con beneficio conocidos -me apuesto un euro a que no acabó "Eso"- le ragaló al negro -Ahmed creo que me dijo un dia que era su nombre, licenciado en Historia y Humanidades, cum laude, por la Universidad de Abidyan- una bofetada de monóxido de carbono que expelió a presión el tubo de escape mientras salía disparado como si de una salida de Fernando Alonso se tratara. Trabaja Ahmed en la fresa y en el semáforo. Vive en una pensión de mala muerte y no sabé qué será de él. Sólo tiene su sonrisa.
Yo me pregunto qué coño hemos hecho mal en esta sociedad para que ninguno de estos dos esté en los lugares que en justicia le debería corresponder.
Actores:
El chaval de todos los días, costamarfileño, veintitantos años, fornido y con la sonrisa permanente de intentar venderte el paquetito de klinex.
A mi lado, a bordo de un beemeuve, otro chaval, al que conozco de vista y del que sólo me consta su permanencia durante largas horas al día sentado y bebiendo litronas.
No sé cuál fue la conversación entre ellos, el caso es que el negro sonreía al blanco, mostrándole el paquete de pañuelos, mientras el del "buga" reía a carcajadas en tanto apretaba afondo el pedal del acelerador.
Al cambiar a verde, el tipo del cochazo, sin oficio pero con beneficio conocidos -me apuesto un euro a que no acabó "Eso"- le ragaló al negro -Ahmed creo que me dijo un dia que era su nombre, licenciado en Historia y Humanidades, cum laude, por la Universidad de Abidyan- una bofetada de monóxido de carbono que expelió a presión el tubo de escape mientras salía disparado como si de una salida de Fernando Alonso se tratara. Trabaja Ahmed en la fresa y en el semáforo. Vive en una pensión de mala muerte y no sabé qué será de él. Sólo tiene su sonrisa.
Yo me pregunto qué coño hemos hecho mal en esta sociedad para que ninguno de estos dos esté en los lugares que en justicia le debería corresponder.